TARIFA
Sólo es necesario ver un mapa para darse cuenta de la especial situación geográfica de Tarifa; lo que ha marcado su pasado, condiciona su presente y definirá su futuro. Tarifa se encuentra a 14 kilómetros, no sólo de otro continente, sino de otra civilización.
El Estrecho de Gibraltar ha sido a veces una frontera que ha separado ambos continentes; en otras ocasiones ha sido un puente que ha enlazado las dos orillas. Tanto en una como en otra circunstancia, Tarifa tuvo un papel protagonista. La historia de esta ciudad ha estado ligada al Estrecho, que en buena lógica debería de llamarse de Tarifa, como ocurría en la Edad Media.
Tarifa ha tenido una ocupación humana desde la más remota antigüedad. Así lo atestiguan innumerables restos prehistóricos diseminados por todo el municipio. A lo que debemos añadir una importante ocupación romana y de otros pueblos de la antigüedad. Las ciudades de Mellaria y Baelo Claudia, las varias instalaciones para la salazón de pescado que se encuentran en la costa y los restos de antiquísimos poblados, son testigos de ello.
Tarifa alcanzó su apogeo con la ocupación musulmana de España. En las playas tarifeñas desembarcó la primera incursión islámica en el año 710, dirigida por Tarif ben Malek, al que Tarifa debe su nombre.
En el siglo X, Abderramán III se percató de la importancia geoestratégica de Tarifa. Hizo levantar la imponente fortaleza que aún hoy domina la ciudad. Perseguía el califa cordobés impedir el desembarco de los norteafricanos y, a la vez, aprovechar la primera oportunidad para iniciar desde Tarifa el asalto al Norte de África.
Las sucesivas invasiones musulmanas de almorávides, almohades y benimerines convirtieron a Tarifa en la puerta de entrada a la Península. Estos pueblos fortificaron la ciudad, preparándola para acoger a los numerosos ejércitos que con frecuencia llegaban de Marruecos.
El Estrecho de Gibraltar ha sido a veces una frontera que ha separado ambos continentes; en otras ocasiones ha sido un puente que ha enlazado las dos orillas. Tanto en una como en otra circunstancia, Tarifa tuvo un papel protagonista. La historia de esta ciudad ha estado ligada al Estrecho, que en buena lógica debería de llamarse de Tarifa, como ocurría en la Edad Media.
Tarifa ha tenido una ocupación humana desde la más remota antigüedad. Así lo atestiguan innumerables restos prehistóricos diseminados por todo el municipio. A lo que debemos añadir una importante ocupación romana y de otros pueblos de la antigüedad. Las ciudades de Mellaria y Baelo Claudia, las varias instalaciones para la salazón de pescado que se encuentran en la costa y los restos de antiquísimos poblados, son testigos de ello.
Tarifa alcanzó su apogeo con la ocupación musulmana de España. En las playas tarifeñas desembarcó la primera incursión islámica en el año 710, dirigida por Tarif ben Malek, al que Tarifa debe su nombre.
En el siglo X, Abderramán III se percató de la importancia geoestratégica de Tarifa. Hizo levantar la imponente fortaleza que aún hoy domina la ciudad. Perseguía el califa cordobés impedir el desembarco de los norteafricanos y, a la vez, aprovechar la primera oportunidad para iniciar desde Tarifa el asalto al Norte de África.
Las sucesivas invasiones musulmanas de almorávides, almohades y benimerines convirtieron a Tarifa en la puerta de entrada a la Península. Estos pueblos fortificaron la ciudad, preparándola para acoger a los numerosos ejércitos que con frecuencia llegaban de Marruecos.
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